AL VUELO — Placebo
Por Pegaso
Andaba yo volando allá, por el hotel Holiday Inn de la colonia Del Prado, donde el fin de semana pasado se realizó una Feria Turística de Medicina Alternativa, supongo que para dar a conocer a los habitantes del Valle de Texas la extensa gama de terapias que ahora se ofrecen en Reynosa, aparte de la medicina científica o alópata.
Sanación por intervención de los ángeles, curaciones Reiki, reflexología, acupuntura china, alineación de chacras, herbolaria azteca… Ahí se ofrecía de todo para curar de todo.
Olvídese del cáncer, el VIH o la diabetes. Con los maravillosos métodos de sanación que ofrecen instituciones como el Centro de Estudios y Terapias Alternativas, la Asociación Elisa Alejandra o el Instituto de Capacitación en Terapias Alternativas, usted quedará como un mozalbete de quince años.
Pocos de esos métodos han demostrado ser realmente efectivos para lo que ofrecen, por ejemplo, los masajes relajantes o la meditación, pero la mayoría de las terapias alternativas aún recaen en el terreno de la charlatanería.
Muchas de ellas, por ejemplo, las que ofertan “medicina cuántica”, curación por radiofrecuencia, imanoterapia, radiestesia o sanación energética, utilizan palabras de la jerga científica para apantallar a los incautos.
Otros ofrecen curas o tratamientos milagrosos que parecen tener resultados satisfactorios, sin embargo, eso forma parte del Efecto Placebo.
Para quienes no lo conozcan, el Efecto Placebo ocurre cuando a un paciente se le suministra una sustancia inerte, como el azúcar, haciéndole creer que se trata de un medicamento para cierta enfermedad. Generalmente la persona llega a sentir mejoría por la liberación inconsciente de drogas naturales que produce el organismo, como la serotonina, la dopamina y la endorfina.
Mucho me insiste mi amigo Mukti Aatmaón, alias Rigo Salazar, que la medicina alternativa supera con creces a la medicina alópata en resultados.
Enfermedades que no pueden curar los médicos generales o especialistas, son tratadas exitosamente con acupuntura china o con medicina ayurveda.
No dudo que hay muchas personas que ponen su fé en ese tipo de terapias, pero lo que digo es que no está comprobado de manera fehaciente que funcionen fuera del Efecto Placebo.
Y si a charlatanerías nos vamos, ¿qué tal la curación por medio de la brujería?
Hace muchos años, cuando yo era un Pegaso chaval, mi padre juntó con muchos sufrimientos una modesta cantidad de dinero para contratar los servicios del Brujo Mayor de Veracruz, Antonio Vázquez Alba a fin de que curara mediante sus conjuros a uno de mis hermanos.
El brujo llegó con una decena de sillas y varias cajas con hierbas y sustancias preparadas, pensando tal vez que se trataba de una familia adinerada.
Al ver la humilde condición de la vivienda y de sus habitantes, sólo realizó una sesión de sanación, donde a mi hermano le pasó varias veces un manojo de perejil por el cuerpo a fin de hacerle una limpia.
Luego de ahí ya no lo volvimos a ver, e incluso dejó las sillas y demás trebejos en un cuartito que teníamos a un lado de la casa.
El viejo charlatán salió corriendo porque vio que no podía sacarnos dinero con sus “curaciones”.
Pasaron los años y volvimos a ver al Brujo Mayor convertido en un “rockstar” de la televisión, profetizando lo que les depara a los artistas y personajes de la política nacional.
Allá por el año 1990 hice un reportaje para una revista nacional.
Había contactado a una persona que me dijo que podía hacer curaciones psíquicas.
Llegué a un lugar que se ubica en la colonia industrial, un “hospital” que era regenteado por esa persona de nombre Trinidad Quintero. Ahí llegan personas del Valle de Texas, de Houston y de otras ciudades de Estados Unidos en busca de una solución a sus enfermedades.
Llegué al santuario, como también le llaman y me recibió Quintero.
Entramos a un salón grande donde había por lo menos una veintena de personas sentadas, esperando ser atendidas. En un catre viejo estaba tendido boca arriba un hombre de mediana edad con el torso descubierto.
Trinidad Quintero procedió a recostarse en un sillón y conjuró al espíritu del indio Kojuma, el cual se posesionó de él.
Momentos después, con los ojos cerrados y apoyado en su ayudante, que era su esposa, se colocó delante del paciente y empezó a decir unas oraciones en un supuesto dialecto indígena.
Dobló los dedos de las manos sobre la barriga, hizo como que abría la piel y de pronto ¡saltó un borbotón de sangre!
El indio Kajuma siguió adelante con la operación psíquica y finalmente sacó un tejido blando y viscoso que dijo era el tumor maligno que traía el enfermo.
Todo eso lo documenté e hice un reportaje para la revista, sin entrar en posibles explicaciones ni nada por el estilo, simplemente narré los hechos tal como los presencié.
Después supe que en realidad el indio Kojuma no hacía ninguna incisión, sino que ya traía en la mano una bolsita con sangre de pollo y un pedazo de carne del mismo animal que hacía pasar como tumor.
Pero para aquella pobre gente era un milagro, y la fe en el curandero y sus métodos se incrementaba con cada intervención que hacía.
Hasta la fecha siguen llegando personas de varias partes del país y de Estados Unidos, sobre todo, los fines de semana.
Reynosa ha tenido una especie de “booom” de escuelas esotéricas, centros de medicina alternativas y tiendas distribuidoras de productos naturistas que prometen curar hasta las enfermedades que no existen.
En un reportaje que hice para La Prensa y que posiblemente se publicará el lunes de la próxima semana, profundizo sobre el tema de las medicinas alternativas.
El consejo que puedo darles a mis escasos lectores es que antes de someterse a cualquier tratamiento procuren documentarse un poco, puesto que en la mayoría de los casos no está comprobado que tengan un resultado visible.
Quédense por ahora con el dicho mexicano estilo Pegaso que dice: “El individuo que emerge del vientre materno cuyo destino es el de convertirse en platillo típico mexicano de masa con relleno envuelto en hojas de maíz o plátano, del firmamento recibe los folios. (El que nace pa’ tamal del cielo le caen las hojas).