Ayotzinapa como México
De la verdad histórica a la realidad actual podría ser también el título del artículo. Los diferendos entre los padres de los 43 jóvenes normalistas, la verdad histórica proclamada por el gobierno tras los sucesos de Ayotzinapa y las discrepancias actuales entre el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) y las declaraciones de Eber Betanzos, subprocurador de Derechos Humanos, son inmensos e incómodos. Las múltiples versiones sobre los lamentables sucesos de Ayotzinapa retratan diversas facetas de nuestra realidad. Chocan las versiones gubernamentales contra las del GIEI. Chocan las explicaciones del gobierno contra las de los padres de los 43 estudiantes desaparecidos. Han pasado casi dos años tras la matanza ocurrida en septiembre de 2014, tiempo suᐄciente para que en México y en el mundo se conozca la verdad. Los sucesos de Iguala y las incontables contradicciones entre la glosa oᐄcial y la no oᐄcial, incluyendo la de los padres de los normalistas, dilapidaron el deseo de nuestro gobierno por acceder al club de los países ricos y “civilizados”. Faltar a la verdad en el mundo globalizado cuesta. Incumplir con la denominada ética de la responsabilidad en otras latitudes cuesta. Basta hojear el periódico para enterarse. Tras los sucesos en el aeropuerto y la estación de metro en Bruselas, como señala Béatrice Delvaux, dos ministros han dimitido y otros dos han (pseudo) dimitido (¡Socorro, auxilio!, El País, 25 de abril de 2016). Se dimite por incumplir, por ética, por reclamos de la ciudadanía, por honestidad, o para permitir que se investigue libremente. Dimitir es uno de los ingredientes de la ética de la responsabilidad y uno de los peldaños en busca de la verdad. Tras Ayotzinapa, ¿quién en el gobierno renunció?, o, ¿quién en el gobierno denunció? De acuerdo a Eber Betanzos, subprocurador de Derechos Humanos, la presencia del GIEI fue un “acto de apertura al escrutinio internacional” decidido por el gobierno; además, señala